Saber y aprender, 1950

 

 

Una joven madre tiene mucho que aprender. Los especialistas le dan datos útiles acerca de la introducción de alimentos sólidos en la dieta, de las vitaminas y el uso de las tablas de peso; y a veces le hablan acerca de cosas bastante diferentes, por ejemplo, de su reacción cuando su hijo rechaza la comida.

 

Me parece importante que ustedes distingan con claridad la diferencia entre estos dos tipos de conocimiento. Lo que ustedes hacen y saben por el simple hecho de ser madres, está tan lejos de lo que saben a partir del aprendizaje como lo están las costas oriental y occidental de Inglaterra. Cualquier cosa que se diga en este sentido, es poco. Así como el profesor que descubrió las vitaminas que previenen el raquitismo tiene realmente algo que enseñarles, también ustedes tienen algo que enseñarle a él en relación con el otro tipo de conocimiento, el que ustedes adquieren naturalmente. La madre que amamanta a su bebé no debe preocuparse por las grasas y las proteínas mientras está completamente dedicada al control de las primeras etapas. En el momento del destete, alrededor de los nueve meses, cuando el bebé se vuelve menos exigente, la madre está más libre para estudiar los datos y consejos que le ofrecen médicos y enfermeras. Desde luego, hay muchas cosas que no puede saber intuitivamente, y desea que le expliquen la forma de introducir los sólidos en la dieta y cómo utilizar los alimentos disponibles de manera que el bebé crezca y se mantenga saludable. Pero debe esperar hasta el momento en que su estado de ánimo le permita recibir esta información.

 

Es fácil ver que años de brillantes investigaciones respaldan los consejos del médico acerca de las vitaminas, y admirar el trabajo del científico y la autodisciplina que dicho trabajo implica, y sentirnos agradecidos cuando los resultados de la investigación permiten evitar muchos sufrimientos, quizás por medio de una indicación tan simple como la de agregar unas gotas de aceite de hígado de bacalao a la dieta.

 

Al mismo tiempo el científico puede admirar la comprensión intuitiva de la madre, que le permite cuidar a su hijo sin haber aprendido a hacerlo. En realidad, yo diría que la riqueza esencial de esa comprensión intuitiva consiste en que es natural y no ha sido alterada por el aprendizaje.

 

Lo más difícil cuando se preparan charlas o libros sobre el cuidado de los niños es encontrar el modo de no interferir con el comportamiento natural de las madres, brindándoles al mismo tiempo una información útil y precisa sobre los hallazgos de la investigación científica.

 

Quiero que ustedes confíen en su capacidad como madres y que no crean que, porque no saben mucho de vitaminas, tampoco sabrán, por ejemplo, cómo sostener a su bebé.

 

Cómo sostener a su bebé: he aquí un buen ejemplo para desarrollar.

 

La expresión "sosteniendo al bebé" tiene un significado específico en inglés: alguien estaba cooperando con ustedes en alguna tarea, y luego se marchó, y las dejó "sosteniendo al bebé". Como puede observarse, todo el mundo sabe que las madres tienen un sentido de responsabilidad, y que si tienen un bebé en sus brazos, están comprometidas de un modo especial. Por cierto que algunas mujeres se quedan literalmente sosteniendo al bebé, en el sentido de que el padre es incapaz de disfrutar de su rol y de compartir con la madre la gran responsabilidad que un bebé siempre debe representar para alguien.

 

También puede ocurrir que en el hogar falte el padre. Por lo común, sin embargo, la mujer se siente apoyada por su esposo y, en consecuencia, puede cumplir adecuadamente su función de madre, y cuando sostiene a su bebé, lo hace con naturalidad y sin pensar en ello. Una madre así se sorprendería al oírme decir que sostener a un bebé es una tarea especializada.

 

Cuando la gente ve un bebé, desea que se le permita tenerlo en brazos. Ustedes no dejan que otras personas sostengan a su bebé cuando sienten que no significa nada para ellas. Los bebés son muy sensibles al modo como se los sostiene; por eso lloran cuando están en brazos de una persona y descansan tranquilos en los de otra, ya desde muy pequeños. A veces una niña pequeña pide tener en brazos a un hermanito recién nacido, y esto constituye un gran acontecimiento para ella. Una madre prudente, si le permite hacerlo, no depositará en ella toda la responsabilidad, y estará presente todo el tiempo, lista para volver a tomar al bebé en sus brazos seguros. Una madre prudente no dará por sentado que la hermanita mayor se siente segura con el bebé en sus brazos; esto sería negar el significado de la experiencia. Conozco algunas personas que recuerdan toda la vida la terrible sensación de sostener en brazos a un hermanito y la pesadilla de sentirse inseguras. En la pesadilla, el bebé cae. El miedo, que en la pesadilla puede aparecer como daño, en la práctica hace que la hermanita mayor sostenga al bebé con demasiada firmeza.

 

Todo esto nos conduce a lo que ustedes hacen naturalmente a causa de su devoción por el bebé. No están ansiosas, y por eso no lo sostienen con demasiada fuerza. No tienen miedo de dejarlo caer. Simplemente, adecuan la presión de sus brazos a las necesidades del bebé, se mueven con suavidad y quizás emitan algunos sonidos. El bebé siente cómo respiran ustedes. Se siente cómodo en sus brazos al percibir el calor que le transmiten a través del aliento y de la piel.

 

Por cierto, existen madres de todo tipo, y algunas no están tan conformes con el modo en que sostienen a sus bebés. Algunas experimentan dudas: el bebé parece más feliz en la cuna. En estas madres pueden existir vestigios del miedo que padecieron cuando eran niñas y sus madres les permitían sostener a un recién nacido. O puede ser que sus madres no hayan sabido sostenerlas adecuadamente a ellas, y que teman transmitirle a su bebé esta inseguridad del pasado. Una madre ansiosa utiliza la cuna lo más posible, o hasta entrega al bebé al cuidado de una niñera, seleccionada por su habilidad natural para ocuparse de los bebés. Hay espacio para todo tipo de madres en el mundo; algunas son buenas para ciertas cosas, y otras, para otras. ¿O debería decir algunas son malas para ciertas cosas y otras para otras? Y a algunas les provoca ansiedad sostener al bebé.

 

Puede resultar útil examinar esta cuestión en una forma aun más detallada, porque si ustedes se ocupan adecuadamente de su bebé, quiero que sepan que están haciendo algo importante. Es una pequeña parte de la forma en que pueden establecer una buena base para la salud mental de este nuevo miembro de la comunidad.

 

Considérenlo poniendo en juego su imaginación.

 

Tenemos aquí al bebé justo en el comienzo (por lo que ocurre en el comienzo sabemos lo que ocurrirá más adelante una y otra vez). Permítanme describir tres etapas en la relación del bebé con el mundo (representado por los brazos y el cuerpo maternos), dejando de lado el hambre y la rabia y todas las conmociones. Primera etapa: el bebé es una criatura viva y autocontenida, y, sin embargo, rodeada de espacio; no conoce nada, excepto a sí mismo. Segunda etapa: el bebé mueve un codo, una rodilla, o se estira un poco. Ha atravesado el espacio; ha sorprendido al medio. Tercera etapa: ustedes, que están sosteniendo al bebé se sobresaltan porque sonó el timbre o se derramó el agua de la pava, y nuevamente el espacio ha sido atravesado. Esta vez, el medio ha sorprendido al niño.

 

Primero el niño autocontenido está en el espacio que existe entre él y el mundo; luego, el niño sorprende al mundo, y por último, el mundo sorprende al niño. Esto es tan simple que, creo, les parecerá una secuencia natural, y, en consecuencia, constituirá una buena base para el estudio de la forma en que sostienen a sus niños. Todo esto es bastante obvio, pero el problema es que si ustedes no saben estas cosas es probable que desperdicien su inmensa habilidad, porque no sabrán cómo explicar a los vecinos y a sus maridos hasta qué punto es necesario para ustedes tener, a su vez, un espacio propio en el cual poder proporcionar a sus hijos una buena base para la vida. Permítanme decirlo de este modo: el bebé, en el espacio, se va preparando con el tiempo para el movimiento que sorprende al mundo, y el niño que ha descubierto al mundo de este modo se va preparando con el tiempo para recibir de buen grado las sorpresas que el mundo le tiene reservadas.

 

El bebé no sabe que el espacio que lo rodea está preservado por ustedes. ¡Cuánto cuidado ponen para que el mundo no haga irrupción antes que el bebé lo haya descubierto! Manteniendo una calma vital y relajada sus propias vidas se asemejan a la vida del niño, mientras están a la expectativa de los gestos que él realiza y por los cuales las descubre.

 

Si ustedes tienen mucho sueño, y especialmente si están deprimidas, pondrán al niño en la cuna, porque saben que no están en condiciones de mantener en él idea de un espacio que lo rodea.

 

Aunque me he referido especialmente a los niños y pequeños y a la forma de tratarlos, esto no significa que lo dicho no sea aplicable a niños mayores. Sin duda, en la mayoría de los casos éstos han atravesado situaciones mucho más complejas, y no necesitan de ese cuidado tan especial que ustedes ponen naturalmente al sostener a un recién nacido. Pero sucede con bastante frecuencia que el niño más grande, aunque durante unos pocos minutos, o durante una o dos horas, necesita volver atrás y recorrer una vez más el camino de las primeras etapas. Quizás el niño ha tenido un accidente, y acude a ustedes llorando. Puede pasar cinco o diez minutos antes de que vuelva a jugar. Mientras tanto, ustedes lo habrán tenido en brazos y se habrá producido la misma secuencia de la que he estado hablando. En primer lugar, el abrazo fijo pero vital, y, luego, su disponibilidad para que el niño se mueva y las encuentre, una vez que haya terminado de llorar. Y finalmente, ustedes pueden separarse de él con naturalidad. También puede ocurrir que el niño esté indispuesto, triste o cansado.

 

Cualquiera sea el motivo, durante un rato vuelve a ser un bebé y ustedes saben que se necesita tiempo para que se produzca un retorno natural desde la inseguridad esencial a las condiciones normales.

 

Ciertamente, podría haber elegido muchos otros ejemplos de los conocimientos que ustedes poseen simplemente porque son especialistas en esta cuestión particular del cuidado de sus niños (quiero alentarlas a mantener y a defender estos conocimientos de especialistas que no pueden ser enseñados. Sólo si conservan aquello que es natural en ustedes podrán, sin peligro, aprender cualquier cosa que tengan para enseñarles los médicos y las enfermeras).

 

Podría suponerse que he estado tratando de enseñarles cómo deben sostener a su bebé; no hay nada de eso. Lo que he intentado es describir diversos aspectos de lo que ustedes hacen espontáneamente, para que tomen conciencia de ello y perciban su capacidad natural. Esto es importante, porque personas irreflexivas tratarán a menudo de enseñarles a hacer la clase de cosas que ustedes pueden hacer mejor de lo que se les puede enseñar a hacerlas. Si están seguras de todo esto, pueden comenzar a aumentar su eficacia como madres aprendiendo aquello que sí puede ser enseñado, porque nuestra civilización y nuestra cultura ofrece muchas cosas valiosas, si pueden incorporarlas sin perder lo que poseen naturalmente.